La tierra está desarmada.
El espejismo está armado.
La melancolía está llena de venas,
la melancolía está llena de héroes
llenos de heroína.
Las cicatrices de neón iluminan nuestras vidas
en ciudades distantes,
en ciudades distraídas,
en ciudades desilusionadas,
como tu grito que penetra en mis agujeros,
como el río de sabor más dulce
que se escurre por mi lengua;
mientras la muerte duerme como un perro a nuestros pies,
el sueño de París se hace denso, espeso…
Yo soy
el misterioso corazón de una mujer
Tú eres
la nacarada boca de un revolver
Yo soy
la gota que resbala sobre tus muslos
Tú eres
todas las figuras que se derramaron sobre mi
(Somos)
El sudor de las sombras
Las caras de los aullidos
La rotura de nuestros cuerpos
El tono discordante de nuestros huesos
Los niños lascivos de la pistola cargada
que nunca esparce sus balas
El aroma de las horas moribundas
El aroma de la gota de nácar
El aroma y el perfume de la piel
que se rompe
La atmósfera de nuestros besos
se esconderá en el viento que pasa
La sonrisa del hijo que no ha nacido
será polvo en el calor entre nuestros cuerpos
perdidos en la arena
Serán nuestras manos las que marcarán el camino
mientras me aíslo en la pálida sustancia del jarrón chino
El esperma más estéril vertido en los recovecos más oscuros
Es tu cuerpo, amor mío, el que ruge luz verde
en la oscuridad de la tierra que sangra
que sangra
que sangra
No soy yo el que sangra
es la tierra que me cubre:
Está herida
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