martes, 30 de junio de 2009

sepT heures

La tierra está desarmada.

El espejismo está armado.

La melancolía está llena de venas,

la melancolía está llena de héroes

llenos de heroína.

Las cicatrices de neón iluminan nuestras vidas

en ciudades distantes,

en ciudades distraídas,

en ciudades desilusionadas,

como tu grito que penetra en mis agujeros,

como el río de sabor más dulce

que se escurre por mi lengua;

mientras la muerte duerme como un perro a nuestros pies,

el sueño de París se hace denso, espeso…

Yo soy

el misterioso corazón de una mujer

Tú eres

la nacarada boca de un revolver

Yo soy

la gota que resbala sobre tus muslos

Tú eres

todas las figuras que se derramaron sobre mi

(Somos)

El sudor de las sombras

Las caras de los aullidos

La rotura de nuestros cuerpos

El tono discordante de nuestros huesos

Los niños lascivos de la pistola cargada

que nunca esparce sus balas

El aroma de las horas moribundas

El aroma de la gota de nácar

El aroma y el perfume de la piel

que se rompe

La atmósfera de nuestros besos

se esconderá en el viento que pasa

La sonrisa del hijo que no ha nacido

será polvo en el calor entre nuestros cuerpos

perdidos en la arena

Serán nuestras manos las que marcarán el camino

mientras me aíslo en la pálida sustancia del jarrón chino

El esperma más estéril vertido en los recovecos más oscuros

Es tu cuerpo, amor mío, el que ruge luz verde

en la oscuridad de la tierra que sangra

que sangra

que sangra

No soy yo el que sangra

es la tierra que me cubre:

Está herida

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